Vergüenza me da tener el blog tan abandonado... pero en fin yo me aplico al revés el dicho aquel de : Primum vivere deinde philosophari y así me va, no. acabo. nunca. nada.
Estoy en ello myfriends y de mientras random relato que te va.
Espero que os guste.
Ni negro ni gris.
Despertó de la siesta con ganas
de fumar. No le apetecía bajar al garaje a fumar a escondidas así que busco la
pareja del calcetín bajo las sábanas y se vistió. Salió de casa despidiéndose
de su abuela a través de la ventana de la cocina que daba
a la calle. Vivía con ella desde los seis años y gozaba de plena libertad desde
siempre.
Sabía donde quería ir. En siete
minutos escasos llegó la típica cafetería de pueblo para amas de casa que se
escapan a tomar el café con rebeldía. Era lo bueno de vivir en un
pueblo, y lo malo, todo estaba a un máximo de 20 minutos caminando desde casa.
Aquel día se quedó en las mesas
de fuera en lugar de ir al patio interior.
Un hombre de pelo
a medio camino entre el negro y el gris estaba sentado mirando un punto
impreciso de la calle. Se miraron un segundo y ella hizo un pequeño gesto con la cabeza a modo de saludo. Pidió un café con leche y saco un estuche dónde guardaba el tabaco.
Sintió la mirada de él mientras
se liaba el cigarrillo, lo que hizo tomara agudizada conciencia de sus
movimientos. Llegó su café con leche y la cuenta de él, pago al momento.
Se levantó de la mesa mientras
ella vertía con más nerviosismo del habitual el azúcar en el café. Acercándose
a su mesa saco una tarjeta del bolsillo trasero del pantalón. - Toma. - dijo mientras la dejaba la tarjeta
en la mesa- acabo de abrir una tienda cerca del ayuntamiento.- Anticuario y
disfraces de época era lo único que se leía en la tarjeta xerografiado en
letras burdeos. En el reverso, la dirección y nada más.
Se lo quedo mirando sin saber
que decir y él le guiño un ojo antes de marcharse.
FIN.